En sus inicios llamada Bellavista y después San Fernando, la colonia Guerrero fue reconocida como tal en 1874. Los terrenos que la conforman eran parte del antiguo barrio mexica de Cuepopan. A finales del siglo XIX su trazo se realizaría sobre la antigua huerta y potrero del Colegio de Propaganda Fide de San Fernando y el cementerio de San Andrés.
Poblada entre 1860 y 1890, la colonia Guerrero alojó a un gran número de familias de escasos recursos que vivían en edificios coloniales muy antiguos y posteriormente albergó a los obreros y empleados de los ferrocarriles de la estación Buenavista, así como a los trabajadores de las industrias que se establecieron en los alrededores.
Desde su origen la colonia Guerrero adquirió un carácter popular y proletario. Su poblamiento fue lento debido a la carencia de agua potable, pero hacia 1890 aumentó el valor de los solares y en pleno apogeo del porfiriato familias de clase media alta y de la alta burguesía adquirieron terrenos para construir casas señoriales, como es el caso de la Casa Rivas Mercado y la mansión de Joaquín D. Casasús.